«Maletas» (2 poemas inéditos)
Zel Cabrera
Los invitamos a leer estos poemas —de una intimidad luminosa y por momentos sobrecogedora— que Zel Cabrera nos ha compartido especialmente para nuestro MURAL.
HUBIERA QUERIDO QUE MI VIEJA MALETA ROSA
tuviera arreglo.
Por eso quise salvarla de la basura.
Insistí.
Me resistía a pensarla como un deshecho más
en medio de una montaña de basura,
abandonada,
después de tanto tiempo juntas,
tanto camino recorrido
ella de mi mano,
yo del resguardo de sus cierres
a prueba de metiches
o de intrusos.
Quise que el zapatero pudiese coser todas las heridas mortales
que le hicieron en mi último viaje,
quería que le arreglase la ruedita izquierda,
pero no pudo:
“Le va a salir más barato comprarse otra,
pero si usted quiere se la arreglo
y a ver cómo queda”
me respondió.
Acepté el consejo de mala gana
como suelo aceptar todos los consejos.
COMPRÉ UN JUEGO DE MALETAS
(dos) a regañadientes
como quien compra algo que no quiere
pero sabe que necesita.
Gasté todos mis ahorros en ese par de maletas nuevas
para este viaje
largo
para esta vida que pasa traducida al inglés,
que a veces no encuentra la palabra exacta,
el término correcto para decir hambre,
hace calor,
comí tanto que me dio mal del puerco.
Esta vida que pasa en otra lengua,
que a veces entiendo y otras no.
Compré dos maletas bonitas
(una más grande que la otra)
para traer conmigo todo lo necesario: pijamas,
calcetines,
libros de poemas, diademas (solo mis favoritas),
gorros, chamarras, bufandas.
CADA VEZ OLVIDO MENOS COSAS CUANDO HAGO UNA MALETA
voy perfeccionando el arte de empacar,
de enrollar calcetines y playeras
para usar cualquier recoveco posible,
para engañar a la báscula del mostrador.
Hacer una maleta es un acto de memoria,
un ejercicio
mucho más complejo
y minucioso.
Debería aprender a viajar ligero,
saber elegir entre lo esencial y el peso muerto
pero siempre me asalta la duda
¿qué es realmente lo necesario?
Sandalias, cepillo de dientes, pasta,
eso siempre se necesita.
Empacar los suficientes calzones,
no olvidar meter las pastillas para dormir
¿La nostalgia es necesaria?
¿El dolor es peso muerto?
Soy esa mujer que tiene que subirse en las maletas
para poder cerrarlas
porque siempre llevo más de lo que necesito.
Hacer una maleta casi siempre es triste.
Zel Cabrera (Guerrero, 1988). Escritora, editora y periodista. Obtuvo el Premio Estatal de Literatura Joven en 2013 en la categoría de poesía y el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2018. Ha publicado los libros de poemas: No sé despedirme de las cosas (Medusa Editores, 2024), Perras (FCE/FETA, 2019; FCE/FETA, 2022), La arista que no se toca (IMAC, 2019; Los libros del perro, 2022), Una jacaranda en medio del patio (ISIC, 2018; Nueva York Poetry Press, 2020) y Cosas comunes (Simiente, 2019; Ediciones Liliputienses, 2020) y la novela Cómo pesa el silencio de los muertos (Gato Blanco, 2023), finalista del Premio Nacional de Novela Negra “Una vuelta de tuerca” 2022. En el verano de 2022, realizó una estancia artística en Banff Centre for Arts and Creativity, en Alberta, Canadá.
Ha publicado ensayos, crónicas y poemas en medios como: Tierra Adentro, Confabulario, Casa del Tiempo, Luvina, El Cultural y la Revista de la Universidad.
En marzo de 2020 fue parte de la campaña #VozHermana de Nike.
Desde 2020 dirige el proyecto editorial Los libros del perro y el Festival Internacional de Escritoras Primavera Bonita.