Dos poemas
«Sobre el marfil la sombra concede
los desvaríos de la herrumbre
en que todo invierno se centra
y el perro oscurecido yace en la punta de las cosas»
Olivia Rico
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Cerros

La vieja madera ha profanado
el secreto de los cristales
con el todopoder del rojo,
con los dorados cabellos de su mimbre:
tras la altura una ventana sola
es el reflejo del Tiempo,
senil y despreciado por los hombres,
fatal y respetado a conveniencia.
Sobre el marfil la sombra concede
los desvaríos de la herrumbre
en que todo invierno se centra
y el perro oscurecido yace en la punta de las cosas;
las flores moribundas se sumen a la penumbra de sus tallos;
las hojas presienten el abismo y la borrasca,
mas las altas tumbas no temen otras muertes
y los muros no se abstienen de piedras ni de polvo:
la tierra espera otra caída.
* * *
A la forma

Pesadamente me abstengo de las pretensiones
que siguen a la lectura y a la sombra
y de la ansiedad que en el pensamiento
la voluptuosidad revuelve.
Hoy observo esos delirios que caen en la tierra
como regalos despreciados,
u hojas inútiles e incómodas que el artificio convierte
en preciada imagen del otoño,
en húmeda sustancia de las cosas
que prefiero contemplar y no nombrar oscuramente.
La forma rehúye y palpita
en el monumento del derrumbe de las hojas
(sensible ruina),
y mientras yacen lánguidas y superfluas en la acera,
es una cicatriz sangrante,
un molde sin remedio;
como los árboles, de sí misma se desprende,
como el suceso –efímero–, de sí misma se olvida,
inmensa y falsa cual sofismas muertos.
Y en la altura pudorosa,
en el mero temblor de las imágenes,
algo silba,
desoído y huérfano.

Olivia Rico (La Habana, 2003)
Es estudiante de Preuniversitario.
Ha colaborado con la Revista “Upsalon” de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana
